EL MIEDO ¿NUESTRO ALIADO O NUESTRO ENEMIGO?

25.09.2021

Imagina a nuestros ancestros, viviendo en cuevas en la naturaleza, con apenas armas para defenderse de los animales que coexistían con ellos. Y nos preguntamos ¿Cómo podían sobrevivir?, ¿Como podía preservarse?

La respuesta es que, gracias al desarrollo de un cerebro más grande y un sistema nervioso complejo, que le permitía adaptarse a las situaciones, para responder de manera adecuada y rápida. Así el ser humano a través de la evolución, fue desarrollando una inteligencia que podía reemplazar las carencias que tenían ante los depredadores.

El sistema nervioso autónomo, consta del sistema nervioso simpático (que se activa ante situaciones de miedo, generando una serie de procesos para activar la lucha/huida) y parasimpático (que se activa una vez ha pasado el peligro).

Ante una situación amenazante, el sistema nervioso genera una respuesta de alarma que desencadena una serie de reacciones fisiológicas de manera automática, preparándolo para la huida o la pelea.

  • Aumento de la presión arterial
  • Se intensifica el metabolismo celular
  • Incremento de glucosa en la sangre
  • Aumento en la coagulación sanguínea ( por si tenemos una herida, no desangrarnos)
  • Aumento en la actividad mental
  • La sangre se va principalmente a las piernas, para tener suficiente energía para escapar si es necesario
  • El corazón comienza a trabajar a una velocidad muy por encima de lo habitual, llevando rápidamente hormonas como, la adrenalina a todo el cuerpo y a los músculos.
  • El sistema inmunológico se detiene, así como todas las funciones no esenciales en el cuerpo
  • Todos nuestros sentidos se agudizan, abrimos más los ojos, y las pupilas se dilatan para recabar la mayor cantidad de información posible.

Estas reacciones son necesarias para la supervivencia y nuestro cuerpo sabe exactamente qué debe hacer ante la percepción de un peligro, para aumentar las posibilidades de salir con vida.

Una vez el peligro desaparece, todo el sistema se regula y vuelve a la normalidad, el latido del corazón disminuye y así todas las demás funciones.

Este sistema es útil ante un peligro para nuestra supervivencia, pero ¿Qué pasa cuando la persona percibe constantemente estímulos amenazantes (conducir, el rechazo de otros, el trabajo, hablar en público, relacionarse con otras personas, etc.), que no son peligrosos para su supervivencia, e incluso sin que esos estímulos estén presentes?

Lo que sucede es que nuestro sistema se mantiene activado en nuestro día a día, aunque realmente no hay un peligro de muerte. Y con ello todas las repuestas fisiológicas antes mencionadas, se mantienen diariamente:

  • El ritmo cardiaco aumenta y sentimos las palpitaciones
  • La sangre va a las piernas y no podemos parar de movernos
  • El sistema digestivo se cierra y perdemos el apetito
  • Los sentidos se agudizan y estamos hípervigilantes
  • La actividad mental aumenta y somos victimas de nuestros pensamientos negativos y recurrentes
  • El sistema inmunitario de debilita , aumentando las probabilidades de enfermar

Y es en este momento, cuando ese miedo deja de ser nuestro amigo que nos protege y se convierte en nuestro enemigo. Nos paraliza, nos impide enfrentarnos a la vida de manera adaptativa.

Es cuando comenzamos a experimentar la ansiedad ante determinadas situaciones sean reales o imaginadas. Porque el cerebro no las diferencia y solo dice, estamos en peligro hay que protegerse. Y nos lleva a evitar las situaciones de temor, aun cuando ni siquiera estamos en la situación. Solo de pensar en ella todo el sistema se activa, y sentimos la necesidad de protegernos en exceso, de algo que no es real y cada vez nos lleva a encerrarnos más en nosotros mismos, impidiéndonos vivir y aprender de las experiencias y las relaciones.

El estrés y la ansiedad, que son manifestaciones del miedo, son el origen de la mayoría de las enfermedades, ya que el sistema inmunológico baja su funcionamiento y sus defensas, aumentando el riesgo de infecciones (virus, bacterias, parásitos). También como el nervio vago está conectado al estomago, podemos tener problemas gástricos. Incluso problemas del sistema urinario, ya que para la medicina china esta emoción está relacionada con el órgano Riñón.

Así que si el miedo gobierna tu vida, no luches contra él. Pero aprende a identificarlo, conoce como se manifiesta y si es necesario, acude a algún especialista en el tema que pueda ayudarte a volverlo tu aliado.

Consejos

  • Toma consciencia de que la amenaza no es real ni tan grave como la percibe tu sistema.
  • Pero si ya esta activado, ayuda a tu cuerpo a volver a la normalidad. Respira lenta y profundamente, como si tú estomago fuera un globo que se infla y desinfla.
  • Introduce en tu rutina actividades que te permitan relajarte, disfrutar de la vida
  • Acude a alguien que pueda ayudarte
  • Infórmate de cómo se manifiesta e identifícalo en ti
  • Recuerda que el miedo es una percepción subjetiva, no a todos nos da miedo lo mismo, porque actualmente hay pocas cosas objetivas que puedan acabar con nuestra vida.
  • Aunque, es verdad que hay situaciones que puedan generarlo debemos ayudar a que el sistema vuelva a la normalidad lo más rápido posible. Una vez que ha pasado la situación y no seguir manteniendo la situación con los pensamiento negativos.

¡QUE EL MIEDO SEA TU ALIADO Y NO TU ENEMIGO!

Carolina Alvarez Patiño